Tras la caída de aproximadamente 50 contenedores desde un buque de bandera taiwanesa, ocurrida el pasado sábado 2 de agosto cerca del puerto del Callao, ha surgido una singular actividad comercial en el muelle de Ancón. Dos días después del hecho, pescadores artesanales de la zona recuperaron un contenedor que flotaba a unos 40 kilómetros del lugar del accidente y, utilizando sierras y herramientas manuales, lograron abrirlo en medio del mar.
Dentro del contenedor, encontraron decenas de lavadoras eléctricas, algunas en mal estado y otras aparentemente operativas, además de una variada gama de productos para el hogar. Sin perder tiempo, los pescadores trasladaron los electrodomésticos y artículos a sus embarcaciones y los llevaron hasta el muelle de Ancón, donde rápidamente se organizó una especie de feria improvisada. Lavadoras, mangueras, toallitas húmedas, almohadas, pañitos y hasta artículos para Halloween fueron ofrecidos y vendidos a la multitud que acudió atraída por la novedad y los bajos precios.
Las lavadoras, a pesar de haber estado sumergidas, se vendieron —algunas a 600 soles— en el muelle, mientras otros compradores adquirieron pequeños artículos por montos menores. “Este es un sol. Están vendiendo lavadoras. Pañitos húmedos. He comprado 13 soles”, comentaba una de las personas, sorprendida por la variedad y el costo de los objetos recuperados. Conforme avanzaba la jornada y aumentaba la demanda, algunos productos incrementaron su precio. Muchos compradores se mostraron satisfechos con sus adquisiciones, aunque el estado de los electrodomésticos exigía, en varios casos, revisiones técnicas antes de ser usados.
Mientras el comercio improvisado se intensificaba, más pescadores seguían llegando al muelle tras arriesgarse en el mar oscuro y movido, trayendo más productos rescatados. La actividad llegó a tal punto que al acercarse la noche, y ante la saturación del muelle, las autoridades decidieron cerrar el acceso, aunque algunas personas persistían intentando comprar algo antes del cierre.
La Marina de Guerra del Perú alerto sobre la ilegalidad de retirar productos sin coordinación oficial y sobre el peligro que significa manipular los contenedores. El capitán de navío Amílcar Velázquez, capitán de Puerto del Callao, confirmó que “los contenedores se encuentran flotando a un promedio de 12 kilómetros de la costa”, y que el retiro y apertura de estos grandes recipientes por parte de terceros representa un riesgo alto. A pesar del entusiasmo de los pescadores y compradores,
“Estamos continuando con los trabajos de recuperación de los contenedores. Actualmente tenemos 25 contenedores agrupados en un remolcador y continuamos buscando los demás contenedores que han quedado flotando. Sabemos que en el puerto de Ancón ha varado un contenedor, el cual los pescadores lo han abierto. Ese contenedor también va a ser recuperado para evitar daños o algún obstáculo en las playas”, explicó el oficial.
Velázquez enfatizó que la Marina había emitido una alerta para que solamente personal autorizado retire la mercancía, ya que existen riesgos físicos —como la succión de agua al abrir un recipiente vacío— que pueden poner en peligro la vida de quienes participan en estas actividades sin protección adecuada. “Es riesgoso, porque el momento en que abran estos contenedores puede haber una succión, el agua y a los pescadores los pueda llevar al fondo del mar”, advirtió. “Para eso estamos sacando patrulleras y monitoreando el área para evitar accidentes”, agregó.
Asimismo, el capitán explicó que la mercancía sigue perteneciendo legalmente a los armadores de origen, a pesar del extravío en el mar. “Definitivamente, la mercancía sigue perteneciendo a los armadores”, precisó. Sin embargo, admitió que muchas veces es difícil evitar la recuperación informal de los productos cuando estos flotan o encallan antes de ser retirados oficialmente.
La Marina, por su parte, continuará con labores de búsqueda y recuperación, priorizando primero los contenedores que permanecen flotando y, posteriormente —a través de trabajos de buceo— los que hayan caído al fondo marino. Velázquez estimó que este proceso podría demorar hasta dos semanas, e insistió en la importancia de que la comunidad y el sector pesquero eviten intervenir directamente para reducir los riesgos y facilitar la recuperación de la carga por parte de las autoridades competentes.